miércoles, 31 de agosto de 2016

RÍO I. Un paso atrás


La frase de los mejores juegos de la historia era impronunciable en la ceremonia de clausura. En mi opinión, los peores juegos en cuanto a organización y ambiente que yo he presenciado. Y con el fantasma del dopping más presente que nunca.

Podemos empezar por el transporte, algo que tiene lagunas en todos los juegos pero que esta vez ha sido bochornoso. Lo de periodistas comiéndose atascos y a veces llegando tarde a cubrir un evento está mal y ya sería motivo de crítica. Pero es que lo de deportistas que no llegaban a tiempo a sus competiciones y que eso ha hecho que no se respetará el horario no lo había oído nunca. Aunque esto no deje de ser fallar en lo más difícil.

Otro tema sería el de las instalaciones, algunas sin terminar. Tampoco es la primera vez que pasa, si bien ha habido algún caso que ha debido ser sangrante, como el lamentable estado del pabellón de gimnasia rítmica, aunque eso sólo se ha visto en redes sociales que no es poco. Lo que todos sí hemos visto es el agua verde de las piscinas de waterpolo y natación sincronizada, así como la plataforma de salida de las pruebas natatorias en aguas abiertas partida e inutilizable. En este último caso no entiendo porque no había otra preparada, que no es algo tan costos.



Estos juegos han sido sin duda los que han registrado peor entrada que yo recuerde y por mucho. Sin duda los elevados precios y la cantidad de oferta deportiva son una traba muy grande para llenar los estadios, pero aquí hay otras variables que influyen como los compromisos de la organización con los patrocinadores. Esta costumbre de regalar entradas está haciendo cada vez más daño al deporte de asistencia masiva. He tenido el placer de asistir a eventos de varios deportes de índole europea y mundial y muchas veces los huecos que se ven son los destinados a estas empresas colaboradoras. De hecho se ha comentado que en Río muchas veces había estadios vacíos pero que sin embargo se colgaba el cartel de entradas agotadas. Por supuesto hay que premiar a los colaboradores de estos eventos, pero creo que se debería obligar a devolver las entradas no utilizadas, o en su defecto a pagarlas. También hay que señalar que el poder adquisitivo de los residentes en Río no es el de otras grandes ciudades, lo que hacía muy difícil su asistencia a muchos eventos., y tampoco el gobierno del país y la ciudad ayudaron mucho, ya que no se dieron fiestas laborales ni escolares. En Sidney por ejemplo se hizo y fue una medida acertada.

Por otro lado, hay que mirar el lado positivo de la baja asistencia, Ya que con más espectadores, el nivel de mala educación que hemos visto sin duda se hubiera visto incrementado. No tengo palabras para expresar la vergüenza ajena que he sentido en varios de los acontecimientos que he visto, especialmente en la final y entrega de medallas del salto con pértiga. Se puede ser un público caliente y que apoye a sus deportistas incondicionalmente y a la vez educado y respetuoso con los rivales. Esto no ha sido así. Cosas como esta me hacen pensar que a las Olimpiadas hay que cambiarlas de nombre, porque de los ideales primeros ya queda muy poco, empezando por la profesionalización de los participantes en la mayoría de los casos y por la poca atención que se da al deporte como valor de vida y como complemento a actividades como el trabajo y los estudios.

Creo que tampoco han sido los mejores juegos en las comunicaciones. Se ha cuidado muy poco la calidad en la transmisión de datos por televisión. Centrándome en el atletismo decir que ha habido un montón de errores en las marcas; se han confundido mejores registros personales, con marcas del año y calificación. En las clasificaciones facilitadas al espectador sólo figuraban los records olímpico o mundial si se batían. No se reflejaban records de área o nacionales así como marcas personales. Lo de que faciliten en las carreras tiempos de paso sobre record del mundo pasó a mejor vida. No entiendo como todo esto que se hacía en los 80 y los 90 no se haya hecho en estos juegos, con la mejora tecnológica que además ha habido en los últimos 20 años.


Así pues esperemos que Tokio nos quite este sabor agridulce que nos han dejado estos juegos de Río.

2 comentarios:

  1. Estoy deacuerdo en lo referente a la poca educación del público. Es más tú, y en general, en los medios, supongo que por una obligada cortesía no se ha puesto más énfasis sobre esto. Y yo pienso que algunas sociedades que no somos perfectas, en aspectos como este podemos estar orgullosos de no pertenecer a esa marabunta cutre, populachera y bananera que se puede ver por otros lares. Aprendamos de ello, y cambiemos un poco, por favor.

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  2. la verdad es que es cierto que en ciertos lugares esto sucede más a menudo, pero también creo que en un deporte mayoritario como el fútbol, estos comportamientos los tenemos muy cerca.

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