Me resulta difícil saber el camino por el que llevar este
artículo; donde empezarlo o terminarlo, a que darle más importancia, y sobre
todo como ser constructivo en las partes críticas del mismo.
Comencemos diciendo que el balance en metales fueron un oro
y una plata y que sumamos dos diplomas más. Esto tan simple podríamos
interpretarlo de varias maneras.
Por un lado hacía bastante tiempo que no se lograban metales
en una cita olímpica, concretamente doce años. Por otro podemos decir que
cuatro finalistas, contadas las medallas en una expedición de cerca de 60
atletas se antoja como un balance pobre.
Lo primero que pediría a la federación y a los periodistas
es que me aclaren cual es el principal medidor de éxito o fracaso. Ya que cuando
fuimos para arriba en los 90 se decía que las medallas y nuestra posición en el
medallero hablaba muy a las claras de la salud de nuestro atletismo. Cuando a
principios de este siglo comenzó el declive y además faltaban nombres
individuales pasó a decirse que lo que realmente marcaba el estado de nuestro
deporte era el número de finalistas. Por favor aclárense, no nos pongan una
venda y sean claros. Cuatro clasificaciones entre los ocho primeros con 50
aletas aproximadamente es un fracaso. Comparemos con delegaciones con un número
de atletas parecido y sacaremos la conclusión. Y ahora nos dicen que si esto es
muy duro, nacionalizaciones express en otros países y demás. Yo estaría más
preocupado de la cantidad de atletas nuestros que han sido incapaces de
acercarse a sus marcas, o que en carreras tácticas han estado muy lejos de lo
que se esperaba, y para eso no hay que mirar a otros lados ni poner excusas.
Hay que analizarlo y poner soluciones.
Por supuesto alguna gran alegría ha habido, como el histórico
y merecidísimo oro de Ruth Beitia. Hay veces, no tantas como cuentan las
películas, que si persigues algo toda una vida y tienes una gran dedicación y
condiciones para conseguirlo, pues lo haces. A eso me ha sabido el oro de Ruth
Beitia, al final de uno de esos films de Hollywood donde un deportista cuando
parece que le pasó el último tren consigue algo excepcional. Como saltamos del
sofá en nuestras casas, cuantas parejas se levantaron de la cama para decirle a
su compañero o compañera un “que haces chillando a estas horas”. Simplemente la
primera mujer en la historia de España en conseguir un oro, y lo que a mi más
me gusta, sin salir nunca de su casa y siempre con el mismo entrenador. A veces
en un deporte de números nos volvemos locos para buscar la mejora, cuando sólo
hay que tener paciencia y confianza en los que te rodean.
Excelentes prestaciones las de orlando Ortega, que consiguió
una histórica plata en el 110 vallas, pero que a mi me dejó con un sabor pelín
agridulce, ya que yo esperaba el oro, pero una plata es un gran resultado sin
duda. Yo esperaba un poc más porque Orlando además de para mí ser el mejor
vallista del mundo, es técnicamente también el mejor. Esto es muy importante ya
que en una situación de estrés máximo como la final es más fácil que en una
prueba con la siniestrabilidad del 110 falle la gente técnicamente menos dotada.
Pero como digo una plata es un resultado fantástico.
No quiero dejarme sin destacar a los otros dos finalistas
David Bustos y Bea Pascual que siempre exprimen al máximo sus posibilidades en
grandes competiciones y no suelen fallar. Bea lleva ya tres diplomas olímpicos
y David dos medallas en campeonatos de Europa además de este diploma, y esto
sin tener las grandes marcas de los especialistas españoles de 1.500 de antaño.
Especial mención merecen los autores de records de España
Sergio Fernández y Bruno Hortelano, que pese a no llegar a la final compitieron
a gran nivel logrando sendas plusmarcas nacionales en 400 vallas y 200.
Orlando Ortega, subcampeón olímpico de 110 m vallas
Ahora viene lo más duro. No es cuestión de personalizar, y por supuesto
tampoco hay que dudar del interés y el esfuerzo puesto por todos los atletas de
nuestra delegación en hacerlo lo mejor posible. Mucha gente no es consciente de
lo que hay que entrenar en este deporte para ser un atleta del montón, y digo
atleta no runner, que para mí son dos cosas distintas. Así que para estar en la
élite que nadie dude que hay que machacarse muchísimo. Pero las actuaciones muy por debajo del nivel
han sido excesivas. En otro artículo trataré de analizar mucho más
detalladamente lo que podrían ser las causas pero aquí señalo ciertas cosas que
creo que no deben volver a pasar.
He escuchado demasiadas veces de boca de los deportistas. –No
estaba bien, tenía dolores aquí o allá, me lesioné hace un mes… pero me hacía
mucha ilusión y lo importante era estar aquí- Pues mira no, no estoy de
acuerdo. Se lleva a los atletas por unas marcas que acreditan en un estado de
forma bueno como mínimo. Por lo tanto si
estos atletas no están en ese estado de forma, como poco, deberían renunciar.
No se lleva gente y se pagan viajes y dietas para estar, si no para competir.
Siento mucho ser tan claro pero esa es la realidad, igual que muchos renuncian
a campeonatos de España y otras pruebas por bajo estado de forma o enfermedad,
aquí con más razón, que el dinero sale de cuentas del estado que mantenemos
todos. Así pues yo creo que el primer problema está en la mentalidad del atleta
español Por supuesto hay veces que
tienes un mal día y las cosas no salen bien, pero como digo la colección de
fracasos ha sido excesiva.
Lo segundo y esto va por las y los saltadores de triple,
longitud y velocistas. Ya vale con Sierra Nevada. Ya está bien, todos lo años
igual. Ellos son los primeros que saben de la irrealidad de esas marcas, más de
medio metro superiores a sus segundos registros del año en alguno de los casos.
Pero en este tema entraré más a fondo en otro artículo.
La presencia de unos europeos el mismo año olímpico tampoco
ayuda, ya que los deportistas españoles tienen muchas más oportunidades de
brillar y obtener resultados en esta competición, y quizás también la afronten
más preparados mentalmente.
No quiero extenderme más, ya lo matizaré introduciré temas como nacionalizaciones o
mínimas en una futura entrada.
Por último no se me quería pasar la peor retransmisión de la
historia de la televisión española de los juegos olímpicos. Sólo Raúl Chapado a
partir del segundo día estuvo a la altura. No podemos llevar a Gerardo Cebrián,
jefe de prensa de la federación española. Primero porque no se puede ser
objetivo ni enteramente libre para comentar debido a su trabajo. Segundo por su
escasa capacidad de oratotria, ya que habla demasiado para ser comentarista,
además de tartamudeos, muletillas y otras incorreciones. Y por último la
cantidad de errores, datos incorrectos y confusiones que salieron de su boca a
pesar de las redes sociales y de las bases de datos a las que tiene acceso.
Dirá que como corregía por eso nos dábamos cuenta, pero no es así que había
cuestiones que todo el mundo conoce y el decía mal. De Amat Carceller
simplemente decir que no está a la altura de Ernest Rivera o Gregorio Parra. Yo
prefería al Carceller de Pekín antes de que lo callara Manuel Olmedo. Ya nunca
ha vuelto a ser el mismo.
El atleta délite en nuestro país pocas veces acepta la
crítica como el halago. Eso ha hecho que siempre unos y otros se pongan vendas
ante realidades como las que hemos vivido en estos juegos. Yo prefiero no tener
medallas y que todos nuestros atletas compitan en su verdadero nivel.