martes, 8 de marzo de 2016

LA SONRISA DEL CAMPEÓN


Haile Gebreselassie Ha sido uno de los más grandes fondistas de todos los tiempos. Aquí repasamos brevemente su vida.



No puede ser escribir sobre alguien como Gebreselassie, y que parezca que estás escribiendo las instrucciones de un horno,  tantos minutos, segundos y fechas…. ¿Para qué?.Todo eso con este mundo virtual está al alcance de cualquiera.  Posiblemente estemos hablando del mejor fondista de todos los tiempos y eso da mucho respeto, pero también hablamos de unos valores y un estilo de vida, y lo más importante de una sonrisa  eterna.

Quizás “gebre” aprendió a sonreír  el primer día  que tuvo que ir al colegio andando y descalzo allá por los 70, o cuando decidió abrazar el atletismo, allá por julio del 80, escuchando las hazañas en la Olimpiada de Moscú de su compatriota Mirus Yifter que logró el doblete en 5.000 y 10.000 metros. Puede ser que esa sonrisa fuera la expresión de su cara cuando con doce años tuvo sus primeros zapatos, pero lo que está claro es que en los años 90 esa expresión ya le acompañaba. Muchos pensaron que era propia de la victoria, una sonrisa de triunfo, hasta que llegaron los días en que le vimos perder más a menudo que antes, casi una década después, y esa mueca de felicidad seguía acompañándole.

Nunca jamás, dijo este hombre de 1,65 que corría para ganar. Él mantuvo en cada entrevista que con el atletismo tenía la esperanza de conseguir una vida mejor al igual que otros compatriotas, y que corría casi por necesidad, que su cuerpo le demandaba correr cada día.

Recuerdo cuando lo ví ganar en 1993 el mundial de 10.000 con una polémica enorme ya que piso al keniata tanui que tuvo que concluir la prueba descalzo, y que le acusó de haberlo hecho intencionadamente. Ni con eso perdió la sonrisa y siempre se mantuvo en su sitio.

Desde entonces una lluvia de campeonatos, olimpiadas incluidas, y de records cayeron ante las piernas más rápidas del fondo mundial. -Recordemos que el etiope tiene 3,31 en 1.500, lo que demuestra que en el fondo de alto nivel, decir que alguien es lento es faltar el respeto-. Pero el tiempo pasa para todos y además están las lesiones que empezaron a relegar al gran “gebre” a principios de este siglo, pero este atleta incansable decidió después de su última final olímpica en Atenas operarse del tendón de Aquiles y pasarse a la maratón.



Esa época significo un redescubrimiento para sí mismo, empezó a cuidar temas que cuando dominaba a todos no hacía como los masajes y el gimnasio, hasta que hoy cuando aconseja a la gente que quiere correr con asiduidad, se los recomienda. Por supuesto la maratón le planteaba otro reto, ¿Se pueden correr 42,195 km sin perder la sonrisa?.

Rápidamente comprendimos que sí, y que incluso se podía correr esa distancia en menos de 2,04 horas sin perderla. Aunque en esta prueba esté posiblemente la mayor espina que tiene clavada Hallie Gebreselassie, ya que nunca fue de la partida en una Olimpiada, algo muy duro cuando te levantas en Adis Abeba a las 5 de la mañana para realizar tus trotes de 35 km.

Estos entrenos también reflejan la personalidad de este deportista al que su padre quería hacer pastor de cabras, y que corría sólo y casi en ayunas, sólo un poco de pan y té antes de salir, algo que va casi en contra de todos los sistemas. Esto por ejemplo no lo recomienda a los que se inician en el correr.

Llegó también su rueda de prensa más dura, esa del 11 de mayo del 2015 en la que anunció su retirada  con toda una declaración de intenciones. “Me retiro de la competición, no de correr”. De momento está cumpliendo su palabra. Sale a correr todos los días, porque, según dice, su cuerpo se lo demanda. Además está implicado en un proyecto científico que estudia las posibilidades del ser humano para bajar de las dos horas de maratón y organizará una carrera en Adis Abeba con música de la región durante el recorrido y una gran parrillada final.

Durante toda su vida Hallie Gebreselassie también ha sido un gran lector de obras políticas y es un confeso admirador de Nelson Mandela, lo que también es un ejemplo de que a pesar d la dureza del deporte profesional, se puede sacar tiempo para realizarse como ser humano y adquirir una mayor cultura.

Un hombre a una sonrisa pegado, que transmitía pasión por su deporte y que siempre se acuerda de los practicantes de a pie.  Se despidió del atletismo, pero nunca dejará de correr, porque algo que se hace con cara de felicidad nunca cansa del todo.



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